La flexibilización del mercado laboral durante una recesión tiene un efecto negativo para el empleo, de acuerdo a un estudio realizado por el Fondo Monetario Internacional e incluido en uno de los capítulos análiticos de su informe ‘Perspectiva Económica Mundial’, publicado este miércoles.

El documento, coordinado por los economistas del FMI Romain Duval y Davide Furceri, analiza los efectos de las reformas ecónomicas llevadas a cabo en los últimos años en economías emergentes y países en desarrollo.

«La desregulación de la protección laboral parece lograr ganancias de empleo a corto plazo en tiempos de bonanza, pero no en tiempos de crisis», han específicado los economistas, agregando que, aunque se han centrado en analizar países en desarrollo, anteriores estudios del organismo con el foco en países desarrollados han llegados a la misma conclusión.

«Cuando es más fácil contratar y despedir a los trabajadores, las empresas tienden a incrementar principalmente las contrataciones cuando tienen una mucha demanda de sus bienes y servicios, al tiempo que tienden a priorizar los despidos cuando cuentan con poca demanda», han explicado.

Si la flexibilización del mercado laboral se realiza en el momento más expansivo, puede impulsar el empleo hasta tres veces más que en caso de que se apruebe en un «periodo normal». Por el contrario, si la reforma tiene lugar durante una crisis financiera «puede llegar a ser incluso contraccionaria», aunque el efecto negativo «no es estadísticamente distinguible de cero».

El organismo presidido por Kristalina Georgieva ha recomendado a los Gobiernos que deberían acompañar ese tipo de reformas laborales de un «fortalecimiento de las redes de protección social».

«En países con marcos fiscales creíbles a medio plazo, una política físcal contracíclica podría ayudar a aliviar los costes a corto plazo de las reformas», han recetado.

El estudio del FMI también analiza el impacto de otro tipo de reformas en tiempos de recesión. Así, una reforma que flexibilice la regulación financiera en un momento de bonanza es favorable por la mayor demanda de crédito. Por el contrario, en una recesión, una reforma de ese tipo es negativa porque incrementa la competición entre las empresas, lo que en tiempos de crisis «puede llevar a ciertos intermediarios financieros a la quiebra, debilitando aún más la economía».